viernes, 21 de diciembre de 2007

El maestro...

"¡Ay!, decía el ratón. El mundo se vuelve cada día más pequeño. Primero era tan ancho que yo tenía miedo, seguía adelante y me sentía feliz al ver en la lejanía, a derecha e izquierda, algunos muros, pero esos largos muros se precipitan tan velozmente los unos contra los otros, que ya estoy en el último cuarto, y allí, en el rincón, está la trampa hacia la cual voy.
Sólo tienes que cambiar la dirección de tu marcha, dijo el gato, y se lo comió."

Franz Kafka

miércoles, 12 de diciembre de 2007

Vienes de confesarles tu nombre
y quieres morir aquí.
Vienes de acostarte con todos
y pretendes que yo te entierre.
Vienes y me dices que me olvide
y que te quiera;
y que no mire a los árboles cuando me hablas.
Y aunque sabes que aceptaré, al menos
cuando abres la boca miro afuera para hacerme fuerte,
para que vuelva la vida por mis ojos
para saber que miro y siento, y no solo
amo a quien llega y me lo pide.

Un cometido

Ya voy cargando la escopeta y no lo quiero. A traición busco la esquina donde esconderme.
La espero con furia mientras digo no con los dientes apretados.
A la fuerza voy a disparar a una muchacha con cesta de mimbre bajo el brazo.
Avanzo tras la espalda de quien yo más quiero, por eso busco el frente y que me vea si le disparo.
Y ya van gritando sus venas hacia el cielo.
En el suelo yace mi niña y mi te quiero.
La fruta rueda calle abajo.
Hay un perro que ladra asustado y la gente se echa encima para ver las dos rosas de pólvora en el pecho.
El poeta se va escaleras abajo. Con la boca llena de escayola escribe un cuento queriendo escribir un poema.
La herida la lleva en el costado.Parece un pingajo de carne educada. Fuma con la cabeza vuelta hacia atrás y lleva en el pelo la nieve de la muerte.
La mano izquierda se arrastra por el pasamanos. Gritos le advierten del peligro. Los gritos prosiguen más nerviosos mientras él se mantiene y espera la muerte en las últimas caladas.
No sabe que está haciendo el ridículo.

Vacío

No soy responsable de mis actos. No lo es mi madre. Nadie lo es. No mires a Dios asintiendo. No respires la Diosa Naturaleza ni acudas a los números de Spinoza. No permanezcas ni siquiera en silencio. No llores.
Nada eres. Nada soy. Nada existe. Nada te he contado.

Migas en el suelo

Los cuatro pájaros que pican pan
son testigos de mi desdicha.
Ahora no tengo valor para espantarlos
y te digo que voy a llorar y efectivamente
ahora estoy llorando
delante de los pájaros y de ti,
que no me tienes lástima,
ni me estimas,
ni me aprecias.
Y aunque me observas fijamente
no te conmuevo e incluso puedo
provocarte risa.
Me ves llorar de rabia y de dolor
y sigues juzgándome aunque confieso
mi cariño y te ruego que me ayudes.
¿Nada vas a hacer?
En el suelo sufro como un perro y solo digo
que otra vez sufrirás tu en el suelo
y te acordarás de tu desdén
y de mí
y de los pájaros.