miércoles, 17 de diciembre de 2008

Grande Zadie



He leído varios artículos de Zadie Smith. No he leído ninguno de sus relatos. He leído alguna que otra entrevista que me atrevería a calificar de inteligente. Ni siquiera he empezado una sola de sus novelas. Puede que esto no hable muy bien de mí pero aún así me atrevo a aventurar que su talla como escritora es espectacular, al menos, quiero destacar la habilidad que posee para llevar al papel con precisión lo que le ronda por la cabeza, eso creo. Magnífica, lúcida, a veces para mi gusto demasiado inglesa, algunos de sus patrones literarios y concepciones estéticas quizá pasan por alto todo aquello que no sea anglosajón, lo cierto es que esta chica de apenas 33 años es todo un prodigio.
Les dejo con un artículo ensayístico en donde habla de cómo entiende su profesión. De provecho hasta para aquellos que no han tocado un libro. Leerán. Como diría Javier Imbroda: "Grande Zadie...muy grande...grande Zadie..."

"Fracasar mejor" por Zadie Smith.

Amén.

Apúntense también el blog Hermano Cerdo.

viernes, 5 de diciembre de 2008

De galletas


Afuera, tras los cristales, la ciudad se movía. Todavía tenía el hormigueo del café ardiendo en la garganta. En realidad, la ciudad no se movía, o al menos no lo hacía al ritmo normal, quiero decir que lo hacía a cámara lenta, como si estuviera sumergida bajo el océano y los habitantes y los coches se desplazaran a un tercio de la velocidad habitual, pero sin burbujas de aire saliendo de la boca ni nada de eso.
Pedí otro café. Me volvieron a traer la bandejita con la taza y el plato a juego. Servilleta, azucarillos, leche en crema y una galletita. Esta tenía coco espolvoreado por encima pero era del mismo surtido que la anterior: Lotus. Me pregunté si lo habrían hecho a propósito, no repetir galleta, o se trataba de una casualidad. Me detuve aún unos segundos en pensar el orden que algunas personas tratan de mantener en el mundo, como si fuera posible tenerlo todo bajo cuerda; no, no, quiero decir...bajo control.
Cogí la taza de café. Estaba realmente abrasante. Una chica levantó la cabeza y me echó una mirada desde el otro lado del bar. Lo hizo disimuladamente. Frente a ella había un chico que sería su amigo, o su novio, o su hermano. Sí, era su amigo y no paraba de explicarle cosas moviendo las manos arriba y abajo, algún asunto que le escamaba. Aunque a veces se quedaba extrañamente callado.
Afuera pasó una ambulancia a toda mecha con las luces y la sirena conectada. Iba como una flecha destinada a salvar vidas, o más bien era como si huyera de alguien o de algo. Serpenteaba entre el tráfico para tratar de dejar atrás el pecado que había cometido. Como si se pudiera desprender de la culpa a base de velocidad. Aunque probablemente se tratara de una broma. Sí, eso era, un conductor y su enfermero acompañante, que con toda seguridad iba echado en la camilla de atrás partiéndose de risa, solo trataban de ganar un poco de tiempo para ir a ver a sus chicas. Decidieron conectar las luces y poner la sirena a todo trapo para aprovecharse de la buena voluntad del resto de conductores. Se apresuraban hacia el otro extremo de la ciudad para retozar un poco antes de recoger a un paciente en coma y llevarlo al hospital. Solo un poco de diversión. Dos enfermeros perdidos conduciendo locamente por la ciudad en dirección hacia el amor.
Se abrió la puerta del café una vez más. No había parado de entrar y salir gente en toda la mañana. Me llegaba un sopapo frío cada vez que alguien abría la puerta. Otra vez, era la misma mujer que acababa de entrar, solo venía a recoger algo. La bolsa de plástico dejaba adivinar una forma rectangular en su interior, tal vez un surtido Lotus. Quién sabe.

Filete

Había varias posiciones que me gustaban de ella. Normalmente salía siempre con un objeto en la mano. Una pala pequeña. Dos bolsas de plástico, creo que con tierra dentro. Un punzón metálico que no sé para que servía. Me entretuve en darle diferentes usos. Uno de ellos me asustó, hizo incluso que soltara el boli.
Ahora solo podía ver sus piernas y un poco de su trasero. La voz de mi mujer interrumpió la vista. El filete se estaba enfriando. No quería filete, tenía el estómago lleno de un aire insípido que podía hacerme vomitar o podía desaparecer en cuanto viera el filete que no quería. Quizá en cuanto me enfrentara a la cara de Alexia adivinando que otra vez no tenía hambre. Se preocupaba en exceso. En general es algo que no entiendo, la gente que se pone alerta en cuanto no comes bien un par de días seguidos.
Volví a lo mío. A escribir no, a mirar a la terraza de enfrente. Ahora ella entraba al interior de su casa. Siempre que entraba lo hacía sacudiéndose la tierra de las manos. Imaginé el suelo de su pequeña cocina y los granos de tierra adheridos a las baldosas. Un día tomé café en su casa. El café me mata las ganas de comer. Alexia se había ido de viaje y consideró que alguien tenía que cuidar de mí. Yo estaba perplejo con aquella casa llena de cachivaches y no paraba de mirar un reloj de diseño original que te hace perder unos minutos tratando de averiguar qué hora es. Me acercó una cerveza de manera muy amable sin mirarme a los ojos. Después me puso un plato de pasta fría y unas albóndigas que devoré con ansias.

lunes, 24 de noviembre de 2008

Fervor de Praga


Laberinto de calles
que nunca conducen a la plaza.
Atravieso todos los puentes que son el mismo mientras sigo
el eco de tus pasos.
Creo verte y te veo. Llega la certeza:
Tú eres el laberinto por el que Praga se pasea,
yo llevo bombín y traje austero,
tengo una flor en la mano,
me la regalo.

domingo, 23 de noviembre de 2008

Y llegó la nieve...

... a Jihlava...

...a Viena (1)...

...y a Viena otra vez (y 2).

jueves, 30 de octubre de 2008

Muy pronto...


Comunicado: Los días 24 al 29 de Octubre he estado encerrado viendo películas, conociendo a gente y mezclándome con todo lo que se dejara mezclar. STOP.
El Dokument-Festival de Jihlava vino, venció y se marchó. STOP. Os lo contaré TODO próximamente. STOP.

miércoles, 22 de octubre de 2008

La plaza de Stare Mesto (Ciudad Vieja)

Muchos lugares de Praga albergan un terrible encanto. Uno de ellos, es la Plaza de la Ciudad Vieja ( Staromeske Namestí), uno de los centros de vida de los habitantes de la capital checa. Aunque normalmente está plagada de turisteo, entre los que me incluyo obviamente, es fantástico darse el gustazo de caminar por ella y admirar la Iglesia de Tyn ( con ese aspecto de Fairy Tale o de cuento de Poe) o el reloj astronómico ( "Orloj" que lo llaman aquí) y ante el que, cada hora en punto, cientos de turistas se congregan para admirar el desfile de unos apóstoles de madera que asoman por un ventanuco (?) mientras suenan las campanas. Todo el mundo se pega por verlo. Increíble.
En la misma plaza hay casas que datan del siglo XII y XIII, y en ella conviven el románico, el gótico y neogótico e incluso el art nouveau. De ella parten numerosas callejuelas que se escurren entre edificios y sobre las que a menudo se construyen arcos que comunican unas fachadas con otras.
Me encantó rehacer el camino que todos los días, de la mano de la cocinera de la familia, hacía el pequeño Franz de su casa al cole y que pobló su infancia de seres extraños y pesadillas pues no había peor cosa para él que asistir a clase en esas frías mañanas.

lunes, 20 de octubre de 2008

Praga Infinito

A finales del siglo diecinueve y principios del veinte la capital del país galo se convirtió en el centro del mundo. Hasta ella llegaron pintores, artistas, literatos e intelectuales venidos de todas las naciones para crecer y dejarse influir mutuamente en sus trabajos. La ciudad se convirtió así en la cuna de muchas de las vanguardias que revolucionaron el arte y se extendieron por todo el continente. Hemingway le dedicó una novela autobiográfica en su "París era una fiesta", pero más lejos aún, desde aquel auge cultural se dice que "París no acaba nunca". He estado en París, poco tiempo, por lo que no sé si se acabará o no alguna vez; de lo que estoy seguro es de que allá dondequiera que llegue, no estará sola. Al lado tendrá siempre una presencia, quizá una hermana menor, incansable, que la seguirá a todas partes e incluso a veces la llamará de tú con cierta irreverencia. Si París no tiene fin, Praga es infinito.

viernes, 10 de octubre de 2008

Más sobre mi hogar

Mi residencia en Jihlava


Esto es lo que veo ahora al despertar. Vivo en una residencia perdida en mitad de un frondoso paraje. La vegetación es enorme, exuberante. De cuando en cuando, pasan trenes viejísimos haciendo un ruido de animales prehistóricos. Los fines de semana estoy completamente solo. Sí, puede que ve vuelva loco como en "The shining".
Y ahora os cuelgo un video del patio interior de la resi.

jueves, 9 de octubre de 2008

Konecné v Ceská republika!

Sí, compañeros, ¡por fin en República Checa!
La gente aquí respira tan lento como los árboles. Aunque hay hombres y mujeres que alzan la mirada desconfiados, los checos son hospitalarios y dan lo mejor de sí al recién llegado. Las mañanas y las noches son gélidas y el día ofrece una temperatura amable por el momento. Un cielo encapotado cubre los edificios cada vez más inundados de publicidad mientras los restos del comunismo se escurren de las fachadas, estatuas y aceras y se precipitan alcantarilla abajo para permanecer enterrados en el subsuelo de las ciudades, en la trastienda de la fatigada conciencia checa.
Seguiré informando.

domingo, 13 de abril de 2008

A LA MIERDA

No es donde quiero que ustedes vayan, que va. Ni tampoco lo deseo para este señor de barbas rabíticas. Lo que arriba figura es el título de un poema del grandísimo Jesús Lizano. Me lo descubrió, como tantos otros, mi ilustre Sánchez Dragó y junto a Belén, que compartía conmigo el gusto de los negros sobre los blancos, asistimos a un televisivo recital de este barcelonés ácrata y lírico, que nos hizo reír como niños. Cada vez que veo una foto suya me viene a las mientes Walt Whitman (en el que ahora ando ganando el tiempo), lo primero, por sus barbas blancas y abundantes y lo segundo porque les creo de la misma estirpe: el canto a la vida y al cuerpo, su concepción de la poesía como arte declamado, su alegría, su positivismo, su ardor juvenil. ¡El verso sigue vivo!
Ah sí, lo olvidaba, a lo que estamos, ahí va esa rima:


A LA MIERDA
Mierda, yo te saludo complacido
cuando sales patética y caliente
luego de abandonar en el crujiente
y alimentado cuerpo tu sentido.
Nada, sin tu calor, se ve nacido
ni sin verse en tu espejo es inocente,
mierda, pues nuestro fin es tu presente,
desecho, no, sino vivir cumplido.
Es tu fermento el que transforma en huerta
un universo lleno de intestinos,
danza de lo cocido y de lo crudo,
porque sin ti la tierra es tierra muerta,
solos y muertos todos los caminos.
¡Mierda, madre común, yo te saludo!


Whitman canto las excelencias de todo el cuerpo incluso sus interiores pero eludió algo que ahora Lizano ensalza para nuestro deleite. Alabado sea.

miércoles, 9 de abril de 2008

A propósito de "2666"



2666 es una novela inabarcable de más de mil páginas escrita por Roberto Bolaño. Los que me conocen saben que siento predilección por este autor chileno que nos dejó en el 2003 a causa de un cáncer hepático que no trascendió en vida a los medios. Pero ahora 2666 es tambíén una obra de teatro gracias al esfuerzo de Pablo Ley y Àlex Rigola que han volcado la obra en una adaptación de más de cuatro horas.


Todavía no he leído la novela esperando unos mágicos días de ocio para entregarme a su lectura pero uno de mis acompañantes me aseguró que la obra de teatro es sorprendentemente fiel a pesar de la extensión del original. Esto me hace plantearme dónde están los límites del teatro porque al margen de si es buena o mala adaptación, el espectáculo al que asistimos en el Matadero de Madrid funciona, y es emocionante como pocos.
Uno asiste a una bola creciente en significados que se diseminan en diferentes tramas con un nexo de unión en común: Santa Teresa, una ciudad maldita de Méxco en la que en apenas 15 años han desaparecido más de 2000 mujeres entre las cuales 500 han sido violadas y asesinadas. La cuarta parte de la obra se sitúa en el desierto aledaño a la ciudad donde son encontrados los cadáveres. La fuerza de la propuesta es desgarradora, la mujer desnuda y moribunda, los gritos, los nombres sobreimpresionados, y las cruces rosas, las infinitas cruces que pueblan el desierto y que dan testimonio de la barbarie. El espectáculo es, entre otras muchas cosas, un tributo a los abusos que sufren las mujeres por hombres que no tienen rostro pero que son semejantes a nosotros, y no entes anónimos como la mafia o el cártel; el peor demonio, el mal, habita dentro del propio hombre.
A lo largo de las cuatro horas tenemos noticia de esporádicos episodios de la vida de Hans Reiter, un enigmático y legendario escritor alemán que solo aparecerá en la última parte. Cuatro críticos literarios tratan, al principio de la obra, de desentrañar el significado de su vida, mientras que nosotros lo hacemos a lo largo de la obra y quedará al final la sensación de fracaso, de no entenderlo completamente o de haber dejado pasar por alto algún matiz, quizá el sutil secreto que de sentido a su existencia. Ese es el secreto que andamos buscando continuamente en nuestras vidas, un detalle que quizás también se nos escape a nosotros.
La literatura de Bolaño parecía estar alejada de la vida, simple y llana, y más cerca de juegos de género, de historias deslabazadas de perdedores y perdidos, de la literatura referencial y también de autoreferencias; pero estoy convencido de que Bolaño trató precisamente de introducirse en ese terreno ignoto de la personalidad, de buscar en la profunda humedad de nuestra mente aquello que hizo que nos moviéramos, aquello que hace que nos estemos quietos. Cuando uno acaba de leer un cuento de Bolaño siente que está cargado de un sentido
magnético, a veces, difuso, como la atracción perturbadora que producen algunas fotografías en las que la extrañeza está unida a la cercanía más aterradora. Àlex Rigola rinde homenaje a los hijos y esposa del autor y a éste mismo, cuando al final de la obra se proyecta una enorme foto de Roberto Bolaño que arranca los aplausos enfervorecidos del público y me hacen exclamar como Javier Cercas hiciera en un artículo suyo: "¡Qué grande eres, Bolaño!"


jueves, 20 de marzo de 2008

En estos tiempos, Pániker.


Hace ya varios años que leí "Cuaderno Amarillo" y me cambio la manera de pensar. Pániker es un intelectual de los que hoy no quedan, un hombre del renacimiento. En él confluyen raíces hispánicas e indias por lo que en su pensamiento se aúnan oriente y occidente. Estudió ingeniería y economía en su juventud para hacerse cargo de la poderosa empresa de sus padres pero estaba tremendamente insatisfecho y varias veces tentó el suicidio. Poco a poco se fue inclinando hacia la filosofía, lo que ha dado sus frutos en numerosos libros.
En "Cuaderno Amarillo" se aúnan reflexiones, pensamientos y confesiones. No es un libro categórico pues Pániker reconoce su falta de motivación para escribir algo teórico y estructurado. Son pensamientos en torno a lo que llama la retroprogresión ( avanzar hacia el futuro pero volviendo la vista al origen) desde una prosa sencilla, lo que da como resultado un discurso lúcido que trata de enviar un mensaje positivo en la maralla ideológica de nuestro tiempo. Junto a estas cuestiones más sesudas aparecen juicios estéticos sobre la literatura y la música que le gustan y lo que es más sorprendente, y más morboso para los indiscretos, añade comentarios sobre su vida privada, su relación con las mujeres y el sexo. El volumen es una miscelánea, una suerte de diario vital en el que el autor se desnuda y desenmascara la verdad velada por los tópicos, arrojando luz sobre temas candentes (eutanasia, guerra de sexos, infidelidad) de una manera personal y nada academicista.
En suma, un ejercicio de libertad, recomendable cien por cien.

domingo, 13 de enero de 2008

Un autor capital

Todavía recuerdo aquella primera vez que me acerqué a Brecht en la edición de Clásicos de Nuestro Tiempo de Bruguera. Casi le hurté el libro a mi tía porque aún hoy lo tengo.
Mucho disfruté la lectura de sus canciones y poemas. Aquí un pequeño texto que en su momento disfruté enormemente y me acompaña siempre:

"Estoy sentado al borde de la carretera
el conductor cambia la rueda.
No me gusta el lugar de donde vengo.
No me gusta el lugar adonde voy
¿Por qué miro el cambio de rueda con impaciencia?"