sábado, 19 de febrero de 2011

YO, ETC.

Martín López- Vega es un joven poeta asturiano con varios libros publicados. Ya me había acercado a él pero no tenía noticia de su último poemario, "Adulto extranjero" (DVD Ediciones). Lo descubrí en un blog donde destacaban un poema que me impresionó.


BIRKENAU EN DICIEMBRE

Ni siquiera ha nevado
para que nosotros,
los turistas de la conciencia,
alcancemos con facilidad
la suprema compasión.
Al menos
tampoco está la primavera
para desubicarnos
con un contraste poético,
algo es algo, sólo hay cuervos
y políticos
con flores blancas en la mano.

Si a alguien se le ocurre
la idea del infierno
sucede que un día
otro,
menos dotado para la alegoría,
acaba por construir su puerta,

y tras la entrada
sitúa ángeles descarriados
para que separen en dos filas
a quienes sirven
y a quienes no sirven
al proyecto del Gran Calculador:
no los buenos y los malos,
tan sólo los aprovechables
para el trabajo sucio
y los que ni para eso,
al fin y al cabo esto es el Infierno,
construido según
la normativa vigente
al respecto,
el cielo queda afuera,
por fin limpio,
la pureza ya puede
multiplicarse a gusto—

les desprenden de todo,
la ascesis debe ser completa:

maletas a un lado,
ya servirán
para los viajes de otros,

gafas, cepillos,
cabellos con los que hacer
chaquetas para otros.

Las vidas a un lado,
no se reciclan las vidas—

Take your time, dice el guía,
yo les esperaré afuera, prefiere
la compañía de los cuervos
al hedor de nuestras conciencias
que duermen mientras pensamos
«lo imaginaba más grande»,
mientras nos impresionamos
de no impresionarnos
como esperábamos.
Somos, ya se sabe,
contemporáneos
del desorden,
contradictorios,
fragmentados,
con derecho al capricho.
¿Esa, la herencia de esto?
Ah no sé, yo soy de estos.

Si en verdad aquel murió,
como dicen,
en la cruz por nosotros,
por quién murieron estos,
de qué nos liberó su muerte,
quién va a creer en ellos,
qué infierno ideal se construirá
usándolos como excusa
(miles de cristos involuntarios)
para que lo haga real quién y cuándo—

es hora de volver al autobús,
en la radio suena
«Wonderful life»
y nuestra guía sonríe
mientras ofrece las excursiones
del día siguiente,
la ruta comunista,
minas de sal, vodka, bisontes,

todo dice
«nada importa nada»,
probablemente
en una de esas vallas publicitarias
cuya lengua no entendemos
la joven en sujetador nos diga
«El Gran Calculador
les agradece su mala conciencia.
No es necesario
que hagan nada más»—

el gas descendió
sobre sus cabezas
y tenía la misma forma
que el espíritu santo.

sábado, 12 de febrero de 2011

LOS PERROS ROMÁNTICOS

En aquel tiempo yo tenía 20 años
y estaba loco.
Había perdido un país
pero había ganado un sueño.
Y si tenía ese sueño
lo demás no importaba.
Ni trabajar, ni rezar,
ni estudiar en la madrugada
junto a los perros románticos.
Y el sueño vivía en el vacío de mi espíritu.
Una habitación de madera,
en penumbras,
en uno de los pulmones del trópico.
Y a veces me volvía dentro de mí
y visitaba el sueño: estatua eternizada
en pensamientos líquidos,
un gusano blanco retorciéndose
en el amor.
Un amor desbocado.
Un sueño dentro de otro sueño.
Y la pesadilla me decía: crecerás.
Dejarás atrás las imágenes del dolor y del laberinto
y olvidarás.
Pero en aquel tiempo crecer hubiera sido un crimen.
Estoy aquí, dije, con los perros románticos
y aquí me voy a quedar.


Roberto Bolaño

jueves, 10 de febrero de 2011

MI ABUELA

Vino a visitarme el pájaro de colores pero esta mañana decidí no abrir la ventana.
En la cocina preparo un café en polvo con leche, también en polvo. No tengo galletas, ni mucho menos magdalenas pero mientras meneo la cuchara pienso en mi abuela,

- Escríbele una poesía, anda, que tu abuela ya hace 87 años.
- Ahora se la escribo, mamá.
- Escríbesela anda, y la cuelgas en el blog, verás que ilusión le hace.
- No seas pesada.
- Con lo lejos que estás. Y yo aquí sola. ¡Escríbesela!

El ras, ras eterno de la ropa contra la piedra de la pila de lavar, mi abuela en el corral lavando la ropa de la familia, podía haber hecho la colada al pueblo entero, ras, ras, y a colgar. Todo el corral estaba repleto de ropa blanca suspendida, chorreando un agua olorosa de jabón de sosa. Recogí otra vez las enormes bragas de mi tía llenas de tierra

- Tráelas chico

se las llevé a mi abuela que las sumergió en la magia de esa pila de lavar que sacaba las cosas blancas.

- Y si me meto dentro abuela, de qué color salgo yo.

No decía nada, ella solo lavaba y se reía muy fuerte. Y cavaba la tierra del corral para plantar

- Cuatro cosillas, para tener fruta para el verano

Yo me pasaba las horas muertas en el corral, esquivando los limoneros, las higueras, los rosales junto a la pared recién blanqueada. Las rosas reventonas, enormes como coles con algunas motas de cal en los pétalos, las hojas salpicadas del blanco de la pared por las prisas de mi tía a la hora de blanquear.

-Venga, agarra ahí el plástico. Échalo para acá.

En el metro de camino a Smichov me di cuenta de que solo mi abuela hacía las cosas bien. Mi abuela es un círculo que no se preocupa. Y yo todo el día pensando en mí y mi abuela sin su poema de 87 años. Y yo incompleto, yo eternamente pensado, yo frente a una fila o columna de profesores que me alaban y pongo cara de no saber que soy un genio, pura megalomanía, yo viviendo una vida prima desde los dieciséis años, impostando voces, haciendo el payaso, dando a entender lo que no soy incluso por encima de los límites aconsejables,

- “No me salvéis, intento así perderme.”

Mal leído Fonollosa, mal leído Nietzsche, parálisis, libros sin el lomo arrugado, un niño superdotado, mucho peor que un suicida, peor, un hombre que se arruina la vida pero sigue vivo,
- No exageres, chico.

Necesito a alguien que me guíe, un gurú, alguien que me de aliento

- Hijo, ¿por qué escribes estas cosas tan feas?

Ha pasado un año y las calles de Praga anestesiadas, pero ¿y la gente?

- ¿Quedamos mañana, Ivana?
- Coño, Ula, que no sé bailar tango
- Manu, tío, no has puesto la lavadora.

El jersey de cuello de pico con una mancha de frambuesa y sólo veinte minutos para ir al trabajo. Mi abuela ras, ras, y ya estaría limpio,

- Tráelo, chico

Y mi jefa, Irina,

- ¿Tú quieres trabajar aquí o en el cine?

Y yo, es-que-mira-esto-no-me-disgusta-pero-el-arte-es-lo-que-me-llama y entonces un frío grande, un suelo negro, donde estoy tumbado ensayando Medea Material, casi desnudo, exhausto, frente a un espejo, y la intuición de que mi padre iba a morir cuando todavía no había pasado nada, el director de teatro, gurú, me guió como pudo hasta que todo se estancó, no era él, pero aquella vez,

- Jason, tus hijos están muertos,

Me lo dijo con sequedad y yo, mejor que ninguna vez, rompí a llorar sin consuelo frente al espejo, me costaba reponerme, para animarme el director puso un cd, entonces empezó una obertura, era una tragedia pero por aquellos primeros segundos sonaba esperanzadora y quizá lo fuera, yo no sabía porque lloraba ahora,

- Porque al final la vida merece la pena.

Mi director exprimiendo sus últimos instantes de enseñanza y la ropa que me malvestía era blanca y simplemente estaba manchada de la sangre imaginaria de mis hijos imaginarios, y mi abuela metiéndola en la pila,

- Jasón, verás qué limpia sale.

Le acerqué la ropa de Jasón a mi abuela y vi, como todas las tardes, una mancha en el suelo del corral, pequeñita, circular y parda, y pensé, como todas las tardes, que era una piedra rara y por fin, me agaché pero me costó cogerla, no porque fuera pesada sino porque estaba incrustada allí por el tiempo, y descubrí que la piedra era, en realidad, una moneda de Alfonso XII,

- Mira que chula, Elo

ideal para presumir entre amigos, una moneda más vieja que mi abuela, ras, ras, pero mucho más oscura que la ropa que lava, Medea lavando sus trapos sucios, lady Macbeth, mi abuela matando a sus hijos para conseguir lo que quiere, mi abuela renunciando, mi abuela criando a sus hijos,

- Aprovecha el tiempo.
- Qué sí, mamá.
- Y come.
- Que sí.

Amanece, Praga está cubierta de nieve, las calles están vacías, la estación de Hlavní Nadrazí lleva tiempo escupiendo gente. Camino con mi jersey de cuello de pico, he conseguido disimular la mancha, es tan temprano que la nieve aún está blanca en las aceras, la calzada tiene el grueso de un palmo, ni rastro de huellas, ni rastro de sangre, solo hay un bulto al final del camino, es un pájaro muerto, está tan gélido que ni siquiera se le distinguen los colores.
Y mi abuela,

- Qué bonita la moneda, anda, llévasela a tu padre.

miércoles, 9 de febrero de 2011

DICHO POPULAR

Si te atrapa un remolino mientras nadas, no te resistas. Déjate engullir. Cuando llegues a su corazón, él te expulsará hacia arriba, y así te salvarás.