miércoles, 6 de enero de 2010

PERÚ de Gordon Lish

Perú, publicada originalmente en 1986 y ahora rescatada para el público español por Editorial Periférica, se articula como un gran monólogo interior en el que un adulto narrador del que solo conoceremos su nombre en las páginas finales (Gordon, como el autor mismo) recordará los días de su infancia y en especial aquel en el que de la manera más absurda e infortunada pondrá fin a la vida de Steven Adinoff. La voz, a ratos atormentada, nos guía por las sensaciones que le suscita su infancia y, mediante saltos temporales, relaciona aquel episodio con la vida actual del narrador, su esposa e hijo, y sobre todo, con la visión enigmática, casi irreal, de unas imágenes en el televisor la noche antes de que su hijo partiera para un campamento de verano en Sudamérica. La imagen corresponde a un grupo de presos que escapan de una cárcel de Perú y que miran a la cámara de manera desafiante suscitando en Gordon una idea de peligro indefinido, una amenaza irracional, espontánea, impredecible que le hace pensar en la seguridad de su hijo. A raíz de esto, Gordon rememora el momento de su infancia en que jugaba en el cuadrado de arena de la casa de los Lieblich, la familia más rica del barrio y sin motivo aparente, mató con un rastrillo de juguete a Steven Adinoff, el chico de labio leporino.

Gordon Lish es más conocido como editor y agitador cultural que como escritor. Lanzó a no pocos escritores jóvenes norteamericanos a través de las páginas de revistas como Genesis West o The Chrysalis Review que dieron a conocer a la incipinte generación beat de los Cassady, Kerouac y compañía. Más adelante, siendo editor en Esquire, dio a conocer a una de las estrellas más fulgurantes de la última narrativa norteamericana, el malogrado Raymond Carver, junto a otros como Richard Ford o el huraño y genial Don DeLillo. Se granjeó entre la comunidad literaria el apodo de Captain Fiction, por la capacidad que tenía para reconocer y explotar de la mejor manera el talento literario de sus protegidos. Es famosa la anécdota en torno a la depuración del estilo de Carver, de sobra conocido por su estilo parco, minimalista que dio pie al realismo sucio. Bien, pues parece que en sus inicios Carver no era tan parco ni tan minimalista y su profesor en Chico State University, John Gardner le aconsejaba usar 15 palabras donde el joven escritor empleaba 25. Más allá de eso, Lish, como editor en Esquire, le obligó a contar en 5 palabras lo que decía en aquellas 15. En la actualidad, incluso se ha originado una fuerte polémica sobre los verdaderos méritos literarios atribuidos a Carver, pues al cotejar lo publicado con los originales parece que Gordon Lish no solo acortaba sus historias sino que incluso adulteraba algunos finales. Lejos de estas disquisiciones, es innegable la influencia positiva que Gordon ejerció sobre el maestro del cuento americano, y no creo que esto deba restarle genialidad a Carver.



En Perú, Gordon Lish hace uso de una técnica narrativa bastante alejada de lo que se le suponía. Es una voz inagotable que unas veces, es verdad, se vuelve escuálida hasta reducirse al mínimo, pero que la mayor parte del tiempo está en continua disquisición consigo misma y con el tiempo dando lugar a un continuo fluir del pensamiento que salta atrás y adelante y pasa de lo concreto a lo abstracto sin separación alguna. No cabe duda de la admiración de Lish por los trabajos de Joyce o Virginia Wolf como tampoco cabe duda de su deuda con el arte de la sugerencia de Chéjov. Lish juega especialmente con esto de la mitad de la novela en adelante, cuando nos sugiere un altercado del narrador adulto con el taxista que llevará a su hijo al aeropuerto. Lish dosifica la información hasta el final y juega con la atmósfera que ha creado para hacernos pensar múltiples desenlaces de ese encuentro. ¿Qué pasó? ¿Gordon arremete contra el taxista?¿El taxista contra Gordon? ¿Muere el taxista? ¿Se trata simplemente de un pequeño accidente y el lector está “sacándolo de madre” todo? Aún así, ¿de quién es la sangre?

La estructura de la novela que parece arbitraria y caótica está perfectamente estudiada en función de la dosificación de los recuerdos, de la atmósfera, y de los caracteres y el narrador no aparece perfectamente dibujado hasta el final finalísimo de la novela, un personaje que se construye palabra a palabra, a través de la interminable cascada de recuerdos que asalta su mente.

Periférica publicará próximamente otros títulos del autor en un esfuerzo por dar a conocer al lector español al que ha sido un editor excelente y que ahora es también un excelente escritor legible en castellano gracias a la labor editorial de la casa extremeña. Enhorabuena.

2 comentarios:

guardiola dijo...

La verdad es que siempre he disfrutado mucho tus recomendaciones literarias querido Potillar, nunca me has fallado. Lo apunto en la lista que es ahora mismo muy amplia.

Lucio Tibio dijo...

Pues nada, cuando termines "Dos, Seis, Seis, Seis", si quieres te lo presto.