Sí, compañeros, ¡por fin en República Checa!
La gente aquí respira tan lento como los árboles. Aunque hay hombres y mujeres que alzan la mirada desconfiados, los checos son hospitalarios y dan lo mejor de sí al recién llegado. Las mañanas y las noches son gélidas y el día ofrece una temperatura amable por el momento. Un cielo encapotado cubre los edificios cada vez más inundados de publicidad mientras los restos del comunismo se escurren de las fachadas, estatuas y aceras y se precipitan alcantarilla abajo para permanecer enterrados en el subsuelo de las ciudades, en la trastienda de la fatigada conciencia checa.
Seguiré informando.
No hay comentarios:
Publicar un comentario